BITACORA VIII
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Una semana de gran actividad
polémica para la religión católica en Bogotá.
Tras la reclusión
de Isaac Ramírez, padre
de la iglesia de María Inmaculada de la localidad de Bosa, acusado por un menor
de 14 años, mientras que fungía como monaguillo, de abuso sexual. El joven, días
después de seria acusación decidió retractarse admitiendo que dijo todo esto
presionado por una profesora. Existen grandes especulaciones de que la familia
y el barrio en el que vive, le presionaron a cambiar la versión. Los feligreses
impulsados por la retracción del menor deciden protestar en favor de la
libertad del sacerdote, aun cuando desde el año 2000 hay conocimiento de
testimonios que revelan este tipo de abusos de su parte. Evidentemente, aún
estamos ante una sociedad represiva y dogmática, que en contraste con el pasado
de la religión, pretende seguir negándose a la realidad, silenciándola a
cualquier precio, aun cuando este lo esté asumiendo un niño. Por consiguiente,
el padre Isaac, actualmente está recluido en la cárcel Modelo de Bogotá, siendo
investigado por actos sexuales abusivos con menor de 14 años por un fiscal.
Por otro lado, esta semana sigue en pie la voluntad y
acción de la iglesia por contribuir en el proceso de negociaciones para la paz entre el
gobierno y las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), advirtiendo
que debe salir toda la verdad del conflicto armado hasta hoy, haciendo alusión
con esto principalmente al paradero de civiles y militares actualmente
secuestrados. Está claro para nuestra sociedad latinoamericana, que no se podrá
llegar a la tal reconciliación sin que se solucione principalmente el conflicto
de las personas retenidas. Con la misma fuerza de voluntad e intervención la
iglesia se manifiesta nuevamente exigiendo al Congreso de Colombia, no aprobar
el aborto ni la eutanasia, esta vez respaldándose en que la Constitución declara sagrado e
inviolable el derecho a la vida y postulando que aprobar estas prácticas es hacer ingresar al país "en
un relajamiento del sentido de la
vida...” y que es su deber como institución velar por la vida de los no nacidos
y enfermos terminales. A pesar de los interminables debates y la oposición de
la iglesia, que no se pueden forjar las leyes de un país en desarrollo a partir
de la moral religiosa; está claro que este tipo de decisiones son
fundamentalmente éticas y le competen principalmente a la calidad y respeto de
la vida humana en la actualidad, aunque
siendo conscientes de ello, en Colombia actualmente más del 70% de la
población se sigue oponiendo a la lógica de la legalización.
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