Salida de campo 3

Teniendo en cuenta los resultados de la salida de campo 2, donde se concluyó un notorio distanciamiento entre los ciudadanos y los órganos distritales de control, se consideró necesario identificar la causalidad de dicho distanciamiento. La corrupción como factor principal indica falta de credibilidad y desconfianza en forma notoria por parte de los ciudadanos, ya que las inversiones propuestas para ejecutar las acciones de gestión fiscal y vigilancia en el gasto de los bienes públicos son invertidas parcialmente, generando desajustes en el funcionamiento institucional. Cabe resaltar que el factor educativo frente a dichas entidades influye mucho en su distanciamiento, generando especulaciones y críticas con pocos cimientos veraces –cuando se acentúa una problemática que requiere prontitud y eficacia, los comentarios de oposición se expanden sin fundamentos –.
Se tiene en cuenta que la poca publicidad de los órganos distritales va orientada a intereses específicos y no a intereses comunales que fortalezcan la articulación con los ciudadanos. Este aspecto es polémico ya que es primordial la opinión de los ciudadanos para ejercer un mayor control y vigilancia a las entidades encargadas de gestionar y administrar el presupuesto distrital, cuando no se conocen las acciones no se conoce la finalidad de las propuestas de dichas entidades.
Respecto a las funciones de vigilancia y control correspondidas a los órganos de control, se afirma que es necesario regular las acciones ya que en la contraloría se presenta un caso de apertura de investigación de muchos casos pero pocos llegan a ejecutarse o tomarse medidas, la administración local y los procesos investigativos no se profundizan como se requiere, pero si generar expulsiones a funcionarios ineficientes o corruptos de manera eficaz. Se puede notar como la falta de meritocracia genera escenarios de personas ineficientes y corruptas que proyectan fricción en las dinámicas distritales.
La participación ciudadana a pesar de que se ha incrementado por la expansión de las veedurías en ciertas localidades, no ha sido lo suficientemente contundente para perturbar el flujo de intrasparencia que se genera en la ejecución de las funciones de los órganos distritales; es necesario postular a través de la veeduría un grupo de ciudadanos especializados en el sector político que puedan entablar dialogo con el concejo de Bogotá y los alcaldes menores, con el fin de componer una voz popular cohesionada y constante que fortalezca el funcionamiento de los órganos distritales. Los ciudadanos no deben generar más escenarios sin su participación, cuando se le exige a otro, primero se debe exigir a sí mismo.

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